Poemas de autores noveles

La Celda

La madre misericordiosa te arrulla.
Lo percibe el pétalo colgante.
Mereces ahora una recompensa de una gris luna,
pero ella prefiere circones y verdes granates.

Un gozo sencillo se opone al eclipse.

Y la fruta descuelga al pájaro cantante.
Dentro de tanto alboroto la rosa percibe
a un vivo árbol de oscuro esmalte.

La sensación de frío incrusta
la piel del ambarino embrión.
El niño no es parido ni se inmuta.
Nada con alas al viento entre el formol.

El nido se acorta, cruje y muere.
Alrededor tararea el ruiseñor del Amor.
Plácido sus labios lee
Un polluelo desertor.

Moribunda se encontraba la paloma.
El flanco atravesaba la ensangrentada visión.
Mientras la verdad mácula se erguía en la proa,
ella, la paloma, cruzaba el sol.

Ahora te mece la Tranquilidad.
Ningún charco te apabulla.
Dentro de tu secreto no hay mal,
ante ti se apabulla la negrura.

El bramido del bosque te aclama.
Ninguna criatura ha escapado antes.
Mientras los sacerdotes repiten un mantra
inaudible, tú rebotas como eco fragante.

Rocío Fernández